sexta-feira, 1 de outubro de 2010

Dilma



Dilma Rousseff, economista de 62 años, será la primera mujer presidente en 111 años de historia de Brasil. Desconocida poco tiempo atrás para la mayoría de los electores, la ex-súper ministra de Lula, ex-funcionaria técnica y ex-guerrillera, tiene posibilidades de ser elegida en el primer turno, el domingo 3 de octubre, montada sobre la ola de la popularidad del presidente más querido en la historia de Brasil: Lula acumula 81,4% de aprobación al fin de sus 8 años de mandato. Apenas un 3,9% cree de los brasileros cree hoy que el gobierno fue malo o pésimo. En el exterior, su imagen lo coloca como uno de los grandes líderes en lo que va del siglo.

La elegida de Lula ocupará el mandato número 50, pero en la historia, antes de ella, fueron 43 presidentes. Como es costumbre en el país, se los conoce por el nombre o por un apodo. Mas de un mandato tuvieron Lula, Luiz Inácio da Silva (2), FHC (“efeagacé”, o Fernando Henrique) (2), Joao Goulart (2), Getúlio Vargas (4) y Deodoro da Fonseca (2). El primero el Marechal (Mariscal) Deodoro, que asumió el 25 de febrero de 1891. Dilma es la quinta persona en ocupar la presidencia del país después del pleno regreso de la democracia: Fernando Collor de Melo, Itamar Franco, Fernando Henrique Cardoso y Lula la precedieron. Asume un país en crecimiento acelerado, con perspectiva de superar el 7,5% este año y muy pocas posibilidades de caer abajo del 5,5% los próximos cuatro. Los indicadores de desempleo mejoran, como la actividad industrial, el número de pequeñas y medianas empresas, las exportaciones y la estabilidad monetaria. Y, sin embargo, los desafíos no son pequeños: a pesar de los avances, el país arrastra la deuda histórica de la desigualdad social y las prácticas políticas sufren la marca del clientelismo y la corrupción.

Para entender el crecimiento de quien dos años atrás era una ministra de perfil técnico, desconocida para el público, hay que mirar a lo social: Brasil vive hace 15 años un proceso de movimiento ascendente en la pirámide económica que representa, a la vez, un cambio estructural de la sociedad y un motor seguro para la economía durante las próximas décadas. Son 29 millones de personas subiendo a de las clases D y E a la clase C (groso modo, familias que ganan entre R$ 1150, unos u$ 650, y R$ 4.800, unos u$ 2.750, por mes), la llamada “nueva clase media”, que hoy suma 98 millones de personas, por primera vez más de la mitad de la población total del país. Esto significa, por ejemplo, que en 10 años se duplicó el ingreso de alumnos a la universidad (lo que no es poco importante: 22.319.443 electores tienen menos de 24 años!). Es gente comprando su primer auto, su primer departamento. Gente amueblando, contratando planes de salud, buscando escuelas, comprando computadoras, revistas, libros, celulares, comida, ropa...

Para esto concurren varios factores. La urbanización acelerada de la segunda mitad del siglo XX, que llevó a multitudes del campo a las grandes metrópolis, creando favelas, degradación ambiental y tensiones sociales vividas como inseguridad, pero también escolarizando a millones de “crianças”. La estabilidad monetaria instaurada en el gobierno Itamar Franco, consolidada por su ex-ministro de Economía, Fernando Henrique, y preservada por los dos gobiernos Lula. El crecimiento del la economía del mundo y el alza de la commmodities, junto con el desarrollo del país como productor minero y, fundamentalmente, agropecuario (entre las zafras 1999/2000 y 2009/10, la producción de granos creció a un ritmo anual de 5,9%, saltando de 83 a 147 millones de toneladas). Y los programas de transferencia de ingresos a los grupos más desfavorecidos de la sociedad. Iniciados por Fernando Henrique Cardoso a mediados de lo 90, ganaron un impulso decisivo, y dimensiones varias veces mayores, de parte de Lula, desde 2003. Los números son impresionantes.

Bajo el paraguas del Programa Fome Zero (Hambre Cero), lanzado en 2003 por Lula, se organiza una serie de programas, entre los cuales el más importante es Bolsa Familia, que complementa los ingresos de las familias más pobres, con menos R$ 140 de ingreso mensual (aproximadamente u$ 80), condicionando la ayuda a la frecuencia escolar y al cumplimiento de metas vinculadas con la salud. Para recibir el dinero, las madres deben cumplir con controles de rutina y matricular a sus hijos en las escuelas, por ejemplo.

Creado a partir de programas heredados del gobierno Cardoso, en su inicio el programa atendía a 3,6 millones de familias; actualmente son 12,5 millones de familias, con presencia en cada uno de los 5.564 municipios brasileros. El beneficio por grupo familias es variable, según el número de hijos y la escolarización, y genera encendidas críticas por parte de las elites, que ven el riesgo de crear hábitos y acusan desvíos y uso electoral. Subproductos de los programas asistenciales, algunos indicadores muestran mejoras innegables. Cerca de 49 millones de personas, 57% con menos 17 años, fueron beneficiados por el programa, al que se adjudica el mérito de reducir la pobreza extrema del 12 al 4% entre 2003 y 2008. En el mismo período, el número de pobres (con ingreso de hasta medio salario básico mensual) se redujo en 24 millones de personas: del 42,7% al 28,8% de la población brasilera. La desnutrición infantil, por ejemplo, que entre 2002 y 2006 cayó del 4,6% al 1,7%; entre 2002 la mortalidad infantil se redujo en 45. Mientras tanto, entre 2006 y 2009 la frecuencia escolar de los beneficiados por el Bolsa Familia aumentó del 62,8% al 84,5%.

A los programas de redistribución de la riqueza se agregan otros como el PRONAF, Programa Nacional de Apoyo a la Agricultura Familiar, que asiste a no menos de 2,5 millones de agricultores, y el PAC, Programa de Aceleración del Crecimiento, con inversiones billonarias en infraestructura. Súmese la mejora en el salario mínimo, que aumentó su poder real de compra, impactando no solo en la base de los trabajadores sino también en más de 16 millones de jubilados, y la creación de puestos de trabajo formal.

Estos datos pueden ayudar a entender la distribución de la intención de voto por región: si en el más rico Sudeste, que abarca a San Pablo y Río de Janeiro, las encuestas le daban una intención de voto del 45%, en Nordeste la intención de voto es del 64%. No por acaso: en el NE se concentraba, al momento de asumir Lula, la mitad de los pobres brasileros; en esta región el 11% de los votantes es analfabeto, frente al 3,55% en el SE. Y mirando a Brasil como un todo, apenas un 3,8% de los 135.604.041 electores tienen formación universitaria completa: son 5.135.509 brasileros, frente a los que 64.703.899 que declaran leer y escribir o tener la escuela primaria incompleta. No son las elites las que deciden quién gobierna.

Es que no hay que engañarse por las cifras espectaculares de crecimiento, ni por las imágenes de las grandes ciudades como San Pablo: en muchos aspectos Brasil aún está atrasado en la agenda del desarrollo. Si el tamaño de la economía coloca al vecino gigante entre las 10 mayores economías del planeta, la renta per cápita lo lanza ladera abajo, a la posición 75ª del ranking según datos del FMI (renta per capita de US$ 10.514 anuales) o 72ª según el Banco Mundial ( US$ 10.427 anuales). Cuando se aplica el IDH, Índice de Desarrollo Humano, calculado por la ONU, Brasil está en el 75º lugar, con un índice de 0,813 en una escala que va del 0 a 1 (cuanto más alto el índice, mayor el desarrollo humano), atrás de Chile (44º del ranking, con índice 0,878), Argentina (49º, 0,866) y Venezuela (58º, 0,844).

Brasil es, a pesar del crecimiento y de los cambios en curso, uno de los países más injustos del mundo en términos de distribución de la riqueza. Según investigación presentada en julio por el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), tiene el tercer peor índice Gini: 0,56 en el mundo. Este indicador, creado por un matemático italiano a inicios del siglo XX, es usado para medir la desigualdad en la renta: cuanto más cerca está de 1, más desigual es el país. Brasil empató con Ecuador y quedó atrás de Bolivia, Camerún y Madagascar, con 0,60, y de Sudáfrica, Haití y Tailandia, con 0,59. En América Latina cuatro países están mejor posicionados, con 0,49: Costa Rica, Argentina, Venezuela y Uruguay.

Dilma, hija de Lula, madre del PAC

La victoria casi segura en las elecciones del domingo es de Lula, en primer lugar, de Dilma en segundo, y apenas en tercer lugar del PT, el Partido de los Trabajadores fundado por el presidente que deja el poder. Dilma no es del riñón partidario, ni especialmente querida por los cuadros. Su temperamento duro, diferente del perfil siempre negociador del actual presidente, le ha hecho ganar varios enemigos. Se afilió al partido hace menos de menos de diez años, cuando ya era Secretaria de Energía del gobierno del estado de Río Grande do Sul. A los candidatos naturales los fue bajando la seguidilla de escándalos de corrupción que marcaron los dos mandatos de Lula y que, aunque nunca lo mancharon directamente, siempre le llegaron muy cerca. Candidatos naturales del PT y que ocupaban altos cargos en su administración como el ex jefe de la Casa Civil, José Dirceu y el ex Ministro de la Hacienda, António Palocci, sucumbieron en medio de escándalos de corrupción con mucha cobertura mediática. "Dilma no tiene ningún prestigio personal político. Era una burócrata y desconocida hasta 2005. Su candidatura se da simplemente por la falta de liderazgos en el primer escalón del PT, después de los escándalos de corrupción en los gobiernos de Lula", analiza el científico político Rafael Cortez, de la consultaría Tendencias.

Dirceu y Palocci hoy están a frente de la campaña presidencial de Dilma con profesionales y equipo de primera línea para mostrar lo que el gobierno de Lula hizo por la población brasileña y a Dilma como el brazo derecho de Lula. Era Ministra de Minas y Energía de Lula y remplazó José Dirceu al frente de la Casa Civil después de descubierto el esquema de desvíos que se daba a poco metros de la sala del presidente. La Casa Civil es una institución que brinda apoyo al presidente; su titular, muchas veces comparado a un primer ministro, suele ser la persona más fuerte de un gobierno presidencialista, después del titular del Poder Ejecutivo.

En clima de campaña, Lula presentó a Dilma como “la madre del PAC” (Programa de Aceleración del Crecimiento). Lanzado en 2007, luego después del inicio del segundo mandato, prometió invertir en infraestructura, R$ 503 mil millones . Aunque la ONG Cuentas Abiertas afirma que hasta el fin de 2009, solamente 9,8% de las obras del PAC fueron concluidas, y 62% ni siquiera salieron del papel. En marzo de este año, el gobierno federal lanzó el PAC2 con inversiones de R$ 1.590 billones (lo que a la usanza americana se llamaría 1,59 trillones) en una serie de inversiones en transporte, energía, cultura, medio ambiente, salud, área social y habitación.

La operación Dilma está dando éxito y hoy la candidata asociada al éxito de los programas de transferencia de ingresos, lo que explican el 22% de ventaja sobre el candidato del PSDB, José Serra, ex-gobernador de San Pablo y político con larga carrera. en el partido de Fernando Henrique Cardoso.

Guerrillera Dilma

Hija de un inmigrante búlgaro naturalizado brasilero (Pétar Russév, que se abrasileró Pedro Rousseff), Dilma creció en Belo Horizonte, MInas Gerais. Fue casada y se separó dos veces, y tiene una hija de su segundo casamiento. Su primer marido fue el periodista Cláudio Galeno Linhares, compañero de militancia en la Organización Revolucionaria Marxista Política Operaria (POLOP), con quien entró en la clandestinidad tras la suspensión de los derechos constitucionales instituida por el AI5 (Acto Institucional nº 5), firmado el 13 de diciembre de 1968 por el presidente Costa e Silva. Dilma se sumó al Comando de Liberación Nacional - Colina. En esa época conoció al abogado Carlos Franklin Paixão de Araújo, quien sería su segundo marido y con quien inició una sociedad política que duraría muchos años. Los grupos extremistas de izquierda Colina y VPR (Vanguardia Popular Revolucionaria) se unieron para forman la Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares (VAR-Palmares), responsable por el operativo comando que, el 18 de julio de 1969, robó en Río de Janeiro la caja fuerte del gobernador paulista Adhemar de Barros, con u$ 2,5 millones. Numerosos artículos periodísticos adjudican la coordinación del operativo a la futura presidente, que no habla sobre el tema y que niega haber tenido participación directa en cualquier acción armada, aunque reconoce haber recibido entrenamiento militar en Uruguay.

Presa a principio de 1970, fue torturada por la policía, estuvo dos años detenida y tuvo los derechos políticos retirados por 10 años. Una vez en libertad se instaló en Porto Alegre, donde, en1974, retomó los estudios de economía. En 1976 nació su única hija. El retorno a la política se daría como funcionaria del Partido Democrático Trabalhista (PDT), apoyando a su marido en la elección como diputado por el estado. Poco después sería designada secretaria de Hacienda de la Municipalidad de Porto Alegre. Tras un paso por la Secretaria de Minas, Energía y Comunicações de Río Grande do Sul, y luego de separarse de su segundo marido, Dilma se aproximó al PT y a Lula. Integró el equipo de transición del gobierno Fernando Henrique Cardoso para el primer gobierno Lula y fue designada Ministra de Minas y Energía del país, cargo con gran destaque después de una fuerte crisis de energía que Brasil enfrentó en el segundo período de Fernando Henrique. Por su buen trabajo y por su personalidad fuerte, fue elegida por Lula para substituir José Dirceu al frente de la Casa Civil, cargo que mantendría tras la reelección. En 2007 Lula ya habla de Dilma a sus compañeros de partido. En 2009 le fue diagnosticado un cáncer en el sistema linfático. Luego de un tratamiento de quimioterapia de cinco meses fue anunciada su total recuperación. Se la nombró oficialmente precandidata a presidente en el 4º Congreso Nacional del PT, en Brasilia, en febrero de 2010.

Política exterior, ideología y negocios

“El pueblo votará en Dilma por la continuidad de los programas de Lula, aunque ella sea desconocida en una serie de campos, y una de ellos es en la política externa”, afirma el licenciado en ciencias políticas de la consultaría Tendencias, Rafael Cortez. Habrá un cambio de una diplomacia mas presidencialista, para un destaque mayor para el cuerpo diplomático del Ministerio de las Relaciones Exteriores de Brasil. Lula es popular no solo en Brasil, sino también en varios países, sobre todo los que tienen gobiernos más a la izquierda. Además, en los bastidores del gobierno, se habla mucho del genio difícil de Dilma. No sin preocupación.

"En las relaciones internacionales, pienso que no va a cambiar mucho. Brasil seguirá con su liderazgo político en Latinoamérica y también su posicionamiento en el mundo. Pero Lula, con su ambición, adoptó nuevas agendas como de la aproximación con Irán”, dice Cortez. El Itamaraty (sede de la diplomacia brasilera) cada vez más presenta un fuerte direccionamiento ideológico en línea con el PT, liderado por el propio Ministro Celso Amorim, y por el Asesor de Asuntos Internacionales de la Presidencia, Marco Aurélio Garcia. “Cuando el PT llegó al gobierno, la macropolítica del gobierno anterior de FHC siguió, entonces el PT vio en el Itamaraty un espacio para trabajar ideológicamente. La presencia de Lula en fóruns y cuestiones políticas, como la decisión de hablar con los israelíes y los palestinos – tiene el claro objetivo de que Brasil tenga un lugar fijo en el Consejo de Seguridad de la ONU. Aunque esas intervenciones de Lula no siempre dieron buenos resultados”, esclarece Cortez.

Una elección ideológica repercute en el ámbito comercial. Ya se habla en la no renovación del Sistema General de Preferencias (SGP) de la OMC para Brasil. “Lula se acercó de gobiernos de izquierda, no solo en Latinoamérica, pero en países que poco conoce, como al Irán del presidente Mahmoud Ahmadinejad y su proyecto nuclear. La relación con el país del Oriente Medio en el momento que la ONU impone sanciones económicas por su programa nuclear puede afectar Brasil comercialmente”, advierte preocupado el director de Asuntos Internacionales y Comercio Exterior de la Federación de la Industrias del Estado de Sao Paulo (FIESP), Ricardo Martins Martins.

Especialistas piensan que el próximo gobierno tendrá que trabajar y fortalecer el bloque del Cono Sur. Aunque en los últimos años de Lula, el foco fue trabajar políticamente en Latinoamérica, con la creación del Unasur como resultado visible, hay descontento entre los empresarios por el rumbo que tomó el Mercosur. El Unasur es visto como “es una utopia de la izquierda Latinoamérica para fortalecerse contra la OEA, que tiene EUA como su gran líder”, cree Cortez. “No somos una isla, la no dependencia de Latinoamérica de otros países ricos como EUA es una ilusión. Él propio Fidel Castro reconoció eso. Deberíamos pensar en un bloque fuerte del Mercosur para poder defender los intereses comerciales de los países frente a los demás”, dice por su parte Martins.

Lula, la prensa y las deudas

Una fuerte polémica enfrenta a buena parte de los grandes medios de comunicación, y a las elites, con el gobierno de Lula y con su candidata. Se acusa al partido en el poder y a su fundador, el ex-sindicalista metalúrgico a cargo de la Presidencia, de buscar burlar las leyes electorales, de practicar un discurso excesivamente personalista (“yo hice”, “yo entregué”) y de faltar al verdadero espíritu republicano. Se lo critica por atacar en palco público a los medios de comunicación que, según sus palabras, apoyan a otros candidatos y buscan influenciar al elector con mala fe, sin explicitar sus preferencias políticas, escondidas detrás de una supuesta neutralidad periodística. “Nueve o diez familias dominan la prensa en Brasil”, dijo el presidente en entrevista al portal Terra. Las declaraciones de Lula fueron rebatidas por los medios, y merecieron una andanada de acusaciones de atentar contra la libertad de prensa. En el pasado, una tentativa de crear una autarquía que regulase la profesión del periodista fue enterrada luego de fuerte bombardeo mediático.

Eugenio Bucci es periodista y profesor de la Universidad de San Pablo. Entre 2003 y 2007 fue director de Radiobrás, organismo a cargo la TV y las radios públicas, además de una agencia de noticias y programas de comunicación, y fue secretario editorial del Grupo Abril, que publica la revista semanal Veja, una de las más firmes críticas del gobierno de Lula, explícitamente mencionada por el Presidente. Es autor de libros sobre periodismo y columnista del Estado de São Paulo, otro de los medios mentados por el mandatario.

Bucci ve polarización. De un lado, gente que apoya a la candidatura de Dilma, que acusan a sectores de la prensa de intentar un “golpe a la democracia”. “Lula no dijo eso, pero hay militantes que defienden la tesis del golpismo ”, aclara. Del otro lado, algunos ven en las declaraciones de Lula, cuando dice que sectores de la prensa actúan como un partido político, una amenaza para la democracia. “No creo que ninguna de las partes tenga razón, y si considero las declaraciones de Lula inaceptables es porque son generalizantes”, concluye Bucci.

El encono de Lula con la prensa tiene que ver con lo que el entiende ser un denuncismo exacerbado, asimétrico en contra suya. Pero más allá de las eventuales parcialidades, lo que la prensa brasilera publicó a lo largo de los casi ocho años de mandato fueron denuncias de corrupción política que marcan el aspecto más negativo de la “era Lula”. Cayeron grandes figuras del gobierno, inclusive uno de los fundadores del PT y predecesor de Dilma en la Casa Civil, José Dirceu, así como su sucesora, Erenice Guerra, que asumió en marzo último y renunció hace dos semanas, acusada de “tráfico d influencias”. El profesor y politólogo francés Olivier Dabenne opina, en una columna publicada por el diario Le Monde, que Lula decepcionó a su base más politizada, que creyó en la “utopía” del “modo PT de gobernar”: una revolución ética en la política. Que nunca ocurrió.

“Lula supo adaptarse al sistema político clientelista, privilegió el pragmatismo al enfrentamiento y se apoyó en las elites constituidas para gobernar, dejando de lado los principios fundadores del partido con una audacia desconcertante”, afirma Dabenne. En 2005, el llamado “escándalo do mensalão” marca el punto de resignación de la utopía. “Frente a un congreso fragmentado, el PT construyó mayorías puntuales a golpe de compra de votos. El esquema era simple: corromper a los oponentes para no tener que sellar alianzas demasiado incómodas. Cada mes, diputados de la oposición recibían soborno para votar los proyectos de ley del gobierno”, completa Dabenne, que fue agregado cultural del Consulado francés en San Pablo.

“Blindado”, “inoxidable” son algunos de los adjetivos dados a Lula por su capacidad de navegar por sobre los escándalos sin ver afectada su popularidad. Una mezcla de carisma nato con un gran esfuerzo de comunicación, sumados al clima de euforia económica son las causas de esta impermeabilidad. Que, sin embargo, no es necesariamente transferible: si Lula consiguió transformar a su poco conocida y poco carismática ministra en el candidato capaz de vencer una elección, eso no significa que el aura irá a perdurar. A Dilma le cabe el duro desafío de dar continuidad al trabajo de un presidente que sale del gobierno con un índice de popularidad altísimo, pero que deja grandes deudas y un escenario político complejo. Si el impulso actual en la economía, sumado a la herencia de un mundial de futbol (2014) y una olimpíada (2016), con el impacto que tienen en términos de inversión y visibilidad, auguran vientos favorables en la economía, aún es mucho lo que debe hacerse en términos estructurales. Educación, reforma fiscal, infraestructura y, sobre todo, reforma política son los temas que Brasil necesita que la futura presidente coloque en su agenda de prioridades. Es la oportunidad para Brasil de dejar de ser eternamente “o país do futuro”.

quinta-feira, 1 de abril de 2010

Top ten de restaurantes en Lima

Um amigo pediu recomendação de restaurantes em Lima. Segue o top tem preparado por um outro amigo, peruano, e ampliado por mim. Note-se que é um top ten de mais de dez: tem mais do que 10 melhores numa lista de 10 melhores. Faz sentido?
1-Astrid y Gastón. Fundadores da tradição. Excelente barra (tragos)
2-Malabar. Surpreendente. Talvez o melhor de todos... difícil dizer
3-Pescados Capitales. Criativos desde a sacada do nome.
4-Matsuei. Fusão japo-peruana
5-Valentino
6-Señorio Sulco
7-Costanera 700. Um dos melhores peixes da minha vida (quase tanto quanto o pez espada de Los Techos Bajos, en Málaga, año 1982). Especialidade: chita a la sal.
8-Dei Prati. Italianíssimo. Tem uma massa com limão e langosta que te la voglio dire....
9- Alan Wong. Ceviche de autor.
10- Chala
11- Raphael. Um outro que pode ser o melhor.1
2- José Antonio. Comida criolla. Exige tempo para uma longa siesta.
13- La Gloria. Uma experiência muito boa, outra ruim; erro meu: não da pra aceitar recomendação de um prato com eucaliptus
14- Cala. Tiradito bajofondo (langosta e linguado crus, sobre uma camada de abacate...). E a vista do Pacífico, com um pisco sour.
15- Francesco. Peixe, de novo.
Agrego ainda o ceviche de La Rana Verde em El Callao e as sardinhas com cebola morada e cerveza en jarra del Juanito, e os picarones de rua de Barranco.

domingo, 5 de julho de 2009

Ya somos el olvido que seremos

Es un soneto enjuto. Su historia mezcla a Borges con una trama más latinoamericana. Un hombre asesinado en las calles de una ciudad colombiana, catorce versos manuscritos en las hojas manchadas de sangre que el hijo, escritor, le encuentra en un bolsillo. Tres iniciales, JLB, y una trama detectivesca que transcurre, entre acusaciones de plagio y encuentros secretos, en varias ciudades de Europa y de América.
Dice la nota en Clarín que la autoría ahora está probada. Reproducimos los versos. Deberían probarse ellos mismos?

Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres y que no veremos.
Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y del término, la caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los ritos de la muerte y las endechas.
No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre;
pienso con esperanza en aquel hombre
que no sabrá que fui sobre la tierra.
Bajo el indiferente azul del cielo
esta meditación es un consuelo.

quarta-feira, 20 de maio de 2009

Benedetti, gracias por el fuego

No es muy original como homenaje, ni quiere serlo. Benedetti le puso estas palabras a mi amor de 18 años y por eso le estaré siempre agradecido.


TE QUIERO

Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro

tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero

y porque amor no es aureola
ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola

te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.

sexta-feira, 15 de maio de 2009

DIRETO O THE ECONOMIST: A morte da intermediação?

Reproduzo íntegra a coluna do The Economist (não creio que eles reclamem por esta apropriação que cita a fonte). O que diz, trocando em miúdos, é que a intermediação sofre: o poder fica nas pontas. Custa capturar o valor quando se está no meio da value chain. Diz que as notícias não morrem, mas sim aquelas empresas que vivem do empacotamento, num formato mais ou menos único, de news. Diz que a questão não é papel ou digital: é grátis ou pago. Finalmente a mídia tradicional começa a se tocar a respeito!


A coisa comeca a ficar interessante...



Media

The rebirth of news

May 14th 2009
From The Economist print edition

The internet is killing newspapers and giving birth to a new sort of news business


THE race is crowded, but San Francisco stands a fair chance of becoming the first major American city without a daily newspaper. The San Francisco Chronicle, founded in 1865, is trimming its already pared-down staff in an attempt to avoid closure. And if it does disappear? “People under 30 won’t even notice,” says Gavin Newsom, the city’s mayor.

Most industries are suffering at present, but few are doing as badly as the news business. Things are worst in America, where many papers used to enjoy comfortable local monopolies, but in Britain around 70 local papers have shut down since the beginning of 2008. Among the survivors, advertising is dwindling, editorial is thinning and journalists are being laid off. The crisis is most advanced in the Anglo-Saxon countries, but it is happening all over the rich world: the impact of the internet, exacerbated by the advertising slump, is killing the daily newspaper.

Does that matter? Technological change has destroyed all sorts of once-popular products, from the handloom to the Walkman, and the world has mostly been better for it. But news is not just a product: the press is the fourth estate, a pillar of the polity. Journalists investigate and criticise governments, thus helping voters decide whether to keep them or sack them. Autocracies can function perfectly well without news, but democracies cannot. Will the death of the daily newspaper—the main source of information for most educated people for at least the past century, the scourge of corrupt politicians, the conscience of nations—damage democracy?

Picked apart

A newspaper is a package of content—politics, sport, share prices, weather and so forth—which exists to attract eyeballs to advertisements. Unfortunately for newspapers, the internet is better at delivering some of that than paper is. It is easier to search through job and property listings on the web, so classified advertising and its associated revenue is migrating onto the internet. Some content, too, works better on the internet—news and share prices can be more frequently updated, weather can be more geographically specific—so readers are migrating too. The package is thus being picked apart.

The newspaper’s decline is both cause and effect of the worrying finding by the Pew Centre that the number of Americans aged 18-24 who got any news at all the previous day has dropped from 34% to 25% over the past ten years. But that figure may be less troubling than it looks. Because newspapers pack together all sorts of different content, many of those who claimed in the past to have seen some news probably did so for a few seconds before turning the page to the sports scores. Acquaintance as shallow as that with the news is probably no great loss to society; Pew surveys of general knowledge suggest that young people are about as well (or badly) informed as they used to be.

And the newspaper companies’ tribulations do not necessarily presage the demise of the news business, for they stem in part from the tumultuous and expensive transition from paper to electronic distribution. News organisations are currently bearing two sets of costs—those of printing and distributing their product for the old world, and providing digital versions for the new—even though they have yet to find a business model that works online.

Up to now, most have been offering their content free online, but that is unsustainable, because there isn’t enough advertising revenue online to pay for it. So either the amount of news produced must shrink, or readers must pay more. Some publications, such as the Financial Times and the Wall Street Journal, which has more than 1m online subscribers and has just promised to develop a new system of micropayments for articles, already charge for content. Others will follow: Rupert Murdoch, the Journal’s owner, has said he expects his other titles to start charging too. With news available free on Google and Yahoo!, readers may, of course, not be prepared to pay even for deeper or more specialised stuff; but since they do in the paper world, where free-sheets and paid-for publications coexist, there seems no reason why they wouldn’t online.

Better mobile devices may encourage them to do so. Apple’s iPhone is the first reader-friendly mobile phone, and the latest update to its software, due shortly, will enable news providers that currently give away content on the iPhone to start charging for it. Amazon has just unveiled a new, larger version of the Kindle, its e-book reader, better suited to displaying newspapers. Similar devices are available from other firms, with many more on the way. Better technology coupled with new payment systems will not solve the acute problems faced by newspapers today, but should eventually provide new models to enable news to flourish in the digital age.

And already, there are signs that it will (see article). New sources of news are proliferating online. Many, it is true, are unreliable. Most are badly funded. Some are the rantings of deranged extremists. But some—like Muckety, an American site which enriches news stories with interactive maps of the protagonists’ networks of influence, and NightJack, the revealing and depressing blog of an anonymous British policeman, which won the Orwell prize last month—enhance society’s understanding of itself, and could not have existed in the old world.

But the only certainty about the future of news is that it will be different from the past. It will no longer be dominated by a few big titles whose front pages determine the story of the day. Public opinion will, rather, be shaped by thousands of different voices, with as many different focuses and points of view. As a result, people will have less in common to chat about around the water-cooler. Those who are not interested in political or economic news will be less likely to come across it; but those who are will be better equipped to hold their rulers to account. Which is, after all, what society needs news for.

segunda-feira, 15 de dezembro de 2008

Vergonha!!!!

Esse jornalista nos envergonha como categoria... ter uma idéia tão boa e errar o alvo! Proposta para a grade curricular dos alunos de jornalismo (neste pais que exige o diploma): Lançamento de Sapatos e Outros Objetos Contundentes. Pode ser uma disciplina teórico-prática, que substitua, por exemplo, algo sem serventia como um Ética.

quinta-feira, 22 de maio de 2008

Content? What do you mean?

Respondendo a uma pergunta sobre conteúdo gratis ou pago na Internet, tentei o seguinte texto.

The problem begins with the way the question is presented-as many times happens. "Content". What do you mean? Anything that can be stored and delivered in paper, magnetic waves, electric impulses? Is "content" the Odyssey, a porn star's interview, the Yellow Pages, a phone call, the Guernica, my daughter's love poem, a classified ad, a recipe, images of man walking on the moon, Bach's sonatas (the written music, a great pianist recording, my school teacher playing...), Princess Diana's dying photos, stock market last second information, Booz Allen strategic plan for a 1 billion company, your therapist's notes?
Let's assume your a fine wine producer, located in the heart of Borgogna region. You have a friend who produces great perfumes in Paris and one other who is into the rat poison business. A fourth is a bottle producer, asking if the future is into plastic or glass bottles. He looks at you all (plus the one on the water business, one more selling shampoo, other producing chemicals for the industry...) as "content producers". Will you agree with his deffinition?
Discussing content is interesting only if you own, produce or sell tubes and bottles -if are into the distribution or storage business, a cable, a mobile opperator. If your on the other side, my friend, you are the first person who wants to avoid this denomination. The problem is that "content" is the way people into the entertainment and information business are calling what they produce and sell -and they are wrong.
The first reason is that you lose the focus: of course, I pay u$ 25 (yes, 25 American dollars at Blackwell) a 3 pages paper from a well known specialist in Kant, and I am the same person who avoids paying a newspapers subscription and prefer to read it online (but at the airport, I pay a very expensive copy of Le Monde and El Pais that I can read when flying). So, content for free or not, it depends...
But the main problem of calling it content is because you transform something that is essentially a service into a product. Give me information of a blue chip company strategic move for free one week late, and will probably thank you -and use for an academic paper, or maybe to package a fish I caught. Give that one they before they actually make the move and I will probably be ready to pay you a lot (well, not really, since it might be a crime if I use it to get rich).
Yesterday's weather forecast and soccer results or tomorrow's? Flight delay delivered automatically into my handheld, I will pay. Information as a service (useful information, when and where needed) most people will pay. Commodity information, they probably wont. As for entertainment, it also depend on the what, when and where.
So, please, be specific. Don't ask me if I ready to pay for (bottled) content; instead, tell me if it is a great isles scotch, a drug for cancer or just plain water. And tell when and where: what need your content will fulfill. There will be occasions for a high price water and a worthless whisky...
(And, yes, I agree with Caspar de Bono: free content is not really free, but someone is paying for it or rather for your time or attention.)

quarta-feira, 23 de abril de 2008

Libertad de prensa o corporativismo?

Esto escribió el diario LA NACIÓN en uno de sus editoriales, el 22 de abril:

Las autoridades de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires han cometido una evidente equivocación al lanzarse a opinar públicamente sobre el mayor o menor acierto con que los medios periodísticos del país han cubierto la información relativa al conflicto entre el campo y el gobierno nacional. Al proceder de ese modo, quienes conducen los destinos de esa casa de altos estudios han demostrado un preocupante desconocimiento del respeto que debe inspirar a los órganos del Estado la misión del periodismo independiente en un país comprometido con la causa de la democracia y con el respaldo irrestricto a las libertades de pensamiento y de expresión. Es desalentador que la institución educativa consagrada a la tarea de formar a los futuros profesionales del periodismo se haya sometido en este caso tan rígidamente a los deseos y a las instrucciones de un gobierno cuya tendencia al autoritarismo y a la intolerancia es sobradamente conocida.


La Facultad de Ciencias Sociales de la UBA ha desmentido, así, la tradición de independencia que fue, en todas las épocas, uno de los honrosos y frecuentes timbres de honor de las universidades públicas argentinas. Desde los días memorables de la Reforma Universitaria de 1918, los claustros universitarios de nuestro país se han mantenido a saludable distancia de los sectores del poder político y han rechazado las directivas -muchas veces unilaterales y arbitrarias- que los sucesivos gobiernos pretendieron imponerles. Si se repasa la historia política del país, se advierte que nada distinguió tan claramente a nuestras universidades públicas como la dignidad y la firmeza con que supieron casi siempre enfrentar a los sucesivos gobiernos autoritarios que gobernaron a la Nación con intenciones hegemónicas, tanto a los que poseían legitimidad popular como a los que provenían de golpes militares.

Faltan a la verdad los que aseguran que la información surgida de los órganos periodísticos en la cuestión agropecuaria se ajustó, en estos días, a un discurso único o a un interés uniforme vinculado con un determinado sector económico. De ninguna manera fue así. Tanto en la prensa gráfica como en el periodismo electrónico, unos medios adoptaron una postura decididamente coincidente con la del Gobierno y otros se identificaron, en cambio, con la posición defendida por el sector rural. Y eso es justamente lo que cabe esperar de un periodismo independiente en el que están representadas las más diversas corrientes y los más diferentes matices de opinión.

La libertad de prensa se define, más que nada, por la multiplicidad y variedad de opiniones y criterios que aparecen reflejados en las columnas de los distintos medios. Una sociedad en la cual los organismos dependientes del Gobierno interfieren en los debates informativos a fin de asegurar una versión de los hechos que conforme y satisfaga a quienes ostentan el poder político contradice abiertamente los principios de libertad y pluralismo que exige la democracia. El Estado no debe reprobar ni aplaudir a los medios del periodismo independiente: su misión es aceptar la pluralidad de informaciones y opiniones que conviven en la sociedad y que se expresan a través de los diferentes órganos de prensa. No corresponde que el Estado -ya lo dijimos otras veces en esta columna- establezca mecanismos de seguimiento y vigilancia de los medios periodísticos, tendientes a controlarlos o a refutar sistemáticamente sus prédicas o sus puntos de vista. Pero menos aún corresponde que esa función sea cumplida por una Facultad de Ciencias Sociales que tiene la importante obligación de formar a los futuros hombres de prensa y que debería abstenerse, por lo tanto, de intervenir en los debates relativos a las cuestiones mediáticas y políticas más candentes de la actualidad. La misión de esa facultad es otra. Su deber es impartir la formación cultural y profesional de quienes aspiran a adquirir conocimientos en materia de comunicación social, estimulando en todos los casos la diversidad y el pluralismo informativo. De ningún modo es deseable que el Estado aliente políticas favorables a la imposición de controles informativos directos o indirectos y mucho menos que dedique a esos menesteres a sus facultades de periodismo y ciencias sociales.

Esto pienso yo (y envié al Correo de Lectores):

Ilustrar al pueblo es enseñarle públicamente sus deberes y derechos frente al Estado al que pertenece”, afirma Kant en El Conflicto de las Facultades, refiriéndose al papel de los sabios y estudiosos en una sociedad. Esta ilustración se dará por lo que el filósofo, fundador del pensamiento moderno, irá a llamar “uso público de la razón”. Que no es sino el libre y público debate de ideas entre los esclarecidos, para beneficio de todos.

Basta leer el estatuto vigente para entender que la misión de la UBA no se limita, como afirma la columna editorial del 22 de abril, “Dirigismo Periodístico”, a “impartir formación cultural y profesional”. El pensamiento crítico sobre temas de la sociedad es, también su papel esencial. Cito el Artículo VI de ese estatuto: “la universidad estudia y expone objetivamente sus conclusiones sobre los problemas nacionales”. ( El estatuto está disponible en http://www.uba.ar/download/institucional/uba/9-32.pdf )

Se equivoca LA NACIÓN al exigir que callen los estudiantes y profesores de comunicación de una de las más prestigiosas instituciones del país. Reclamar silencio a quienes critican la acción de los medios es una forma peligrosa de corporativismo, que no defiende sino que amenaza el derecho de expresión, el aliento al debate de ideas, tan necesario en el momento que atraviesa el país.

Cierta elite periodística se embandera en la defensa de un derecho n menos irrestricto que exclusivo para opinar sobre algunos temas –en este caso, su propia acción. Que la facultad de comunicación de una universidad, actuando de manera legítima dentro de lo que sus estatutos mandan, sea crítica del modelo es presentado como un atentado a la libertad de prensa, una manifestación de “dirigismo periodístico”. (Dirigismo de quién? Qué quiere decir con eso? )

Así, según piensa LA NACIÓN, la “multiplicidad y variedad de opiniones” sólo es válida si aparece reflejada “en las columnas de los distintos medios”. Es decir: dentro de los medios, es libertad. Fuera de los medios, no. El concepto se repite, en formas diferentes: “su misión (la del Estado) es aceptar la pluralidad de informaciones y opiniones que conviven en la sociedad y que se expresan a través de los diferentes órganos de prensa”. Libertad, desde que sea dentro de los medios.

El poder sin contrapoder, como lo bautizó Ignacio Ramonet, no acepta críticas ni cuestionamientos y, más grave aún, se postula como detentor exclusivo del derecho a opinar, a expresarse, a criticar.

Para ser dueño de un diario (o de una red de televisión, o de una editorial de revistas) hacen falta algunos millones de dólares: fortuna personal, créditos bancarios, aportes de capital son los caminos para llegar a constituir un medio de comunicación. No es por acaso que en toma América latina está en cuestión el papel de la prensa como actor político y económico: son muy pocas familias las que detienen la facultad de ejercer esta libertad. Y, a diferencia de los gobernantes, a ellos no se les vence el mandato.

Que los medios representan a uno o a algunos sectores de la sociedad, y no a todos los sectores, es un hecho difícilmente discutible: son los dueños de los medios, ejerciendo el poder que la propiedad les otorga, los que deciden sobre la línea editorial a seguir. Difícilmente apoyarían (no lo hacen) posturas que pueden representar alguna amenaza al status quo que los mantiene en un lugar de poder. Es humano y es legítimo, pero se torna ilegítimo cuando este interés particular o sectorial se viste con las ropas del bien común, transformando cualquier crítica en ataque a la libertad de prensa.

Callar a los que opinan diferente de nosotros no le hace bien al país. Si LA NACIÓN considera equivocadas las críticas presentadas por la UBA están a su disposición los medios para contestarlas. Eso es saludable.

Soy periodista y creo en las bondades de la libertad de expresión casi irrestricta –el “casi” cabe porque no creo en una libertad irrestricta que permita que sus enemigos se alimenten de ella para destruirla. Pero este apoyo a la libertad de expresión y a la libertad de prensa como una de sus manifestaciones en particular (no es la única) no se hace sin crítica. Es un apoyo que exige una postura más honesta y más transparente de aquellos que por vocación, por talento y por delegación de la sociedad en la forma de mercado, diariamente hacen ejercicio de la delicada misión de buscar la verdad.




terça-feira, 22 de abril de 2008

A próxima fronteira


http://www.wired.com/medtech/health/magazine/16-05/ff_wozniak

Faça o favor: clique no link acima e leia. Vá no poste anterior e leia, também. Somente depois volte neste post, continue lendo e me diga.
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Pronto, pressuponho que você leu.
Eu tenho sentimentos ambíguos em relação a esta nova fronteira da revolução digital que parece estar ganhando espaço: a fronteira onde Google nos ajuda a encontrar lembranças perdidas nos "campos e nos vastos palácios da memória" (Santo Agostinho). A fronteira que, uma vez atravessada, irá nos fornecer uma prótese da memória, da capacidade de armazenar e recuperar dados.
As invenções do homem não passam, na sua grande maioria (se não na totalidade), de extensões de suas próprias capacidades naturais. O carro, o avião, o barco aumentam nossa capacidade natural de locomoção, as armas aumentam o poder de matar, o telescópio nos faz ver mais longe... Trata-se, de modo geral, de superar as restrições impostas pelas duas categorias transcendentais kantianas, o tempo e o espaço: o gramófono e suas derivações (até o I-pod) servem, como a fotografia, para driblar a restrição do tempo quanto aos instantes fugidios. A escrita é meio para perpetuar a palavra. A palavra... a palavra é caso diferente: essa é invenção que nos faz humanos, e duvido de listá-la como invenção.
O computador é uma muleta capaz de aumentar em muito a capacidade de cálculo, de armazenamento, de classificação de informações. Com um computador, uma conexão eficaz e um treino mínimo no uso do Google, qualquer mané dá de dez no mais erudito. Mas agora a promessa é que não precisaremos da interface da máquina ou, pelo menos, não do trabalhoso e falível método de armazenamento manual, asistemático, deliberado...
Será?
Se for, se trata de incorporar (literalmente, de colocar dentro do corpo: in-corpore) ou, melhor ainda, de inmentar um mecanismo comercial, artificial. Criar uma mediação de nós com nós mesmos. Mediatizou-se a conversa informal (chat, em inglês), isto é, o bate-papo entre amigos que se fazia de graça e sem tecnologia. parecia uma fronteira dificil de se superar. Parecía.
Então, eis os meus sentimentos ambíguos. De um lado, creio que isso tudo é conversa, que não dá, que é bobagem. Mas a discussão está acontecendo, e isso já é um dado para se levar em conta: me divido entre a incredulidade e o espanto pela possibilidade.
E, ainda no terreno dos sentimentos ambíguos, me divido entre o medo de uma nova dependência, de um novo meio de geração de lucro (e da conseqüente sujeição), e a fascinação por uma ferramenta tão poderosa.
Imagino como terá se sentido um indivíduo quando ouvia falar da possibilidade de que corpos mais pesados que o ar atravessem o mundo, carregando gente e mercadoria pelo globo afora...

quarta-feira, 16 de abril de 2008

Prótese da memória?

Uma rapidinha, pois estou às corridas (esse negócio de trabalhar é fogo!). Mas não quero deixar de anotar a ansiedade que provoca a leitura de um post do Machinist sobre um programa que tem por fim criar uma memória virtual da própria vida. O sistema é bastante tosco, se entendi corretamente (se basei em fotos que você deve ir tirando, o tempo todo), mas a idéia asusta. E se asusta é porque parece razoavelmente possível imaginar uma prótese da memória -algo assim como um Google da mente...
(veja você me me diga. basta clicar aqui)

sexta-feira, 11 de abril de 2008

New vs. Traditional Media

Apenas uma indicação: vale a leitura do artigo de Universia sobre as nem sempre fáceis relações entre Google e as novas mídias. Clique aqui.

Un homenaje al maestro de todos

Al que mejor mata. Al que mejor miente. Al que entendió que para ejercer el poder mafioso hay que olvidarse del hombre. Al que sabe que al dios Poder se lo cultua siguiendo su mandato sin cuestionarlo. Al Jefe, al Maestro, al Capo, Don Corleone.

terça-feira, 8 de abril de 2008

Del huevo de Neustadt al huevo de la serpiente

Brasil, Venezuela, Argentina: los medios de comunicación están en el centro del debate. Los respectivos gobiernos los acusan de tener una agenda orientada a la defensa de intereses de sector. Este texto no trata de eso -pero pega en el palo. Algo que la crisis argentina pone en evidencia es la incapacidad (o la falta de interés) de los medios en iluminar la compreensión de la sociedad sobre los fenómenos que la convulsionan. Más allá de una intención eventualmente autoritaria de la Presidenta o Presidente, la idea de un observatorio de medio no está mal. Al final, en eso D'Elia tiene razón: es muy poca gente la que decide qué va al aire, qué se publica, cómo se opina. Esa gente no es elegida por voto popular, y sería excepcionalmente naif imaginar que los dueños de los medios no tienen alguna agenda particular o sectorial. Unos hacen un diario para tener poder, otros para autoproclamarse como referencia intelectual, otros para defender los intereses de un sector de la sociedad... Pero sobre eso volveremos. El texto que sigue es una primera tentativa de entender qué pasa en la Argentina.

Reflexiones para comprender un país huérfano de líderes

Estoy perplejo. Me fui de la Argentina hace 17 años; hace dos que paso la mitad del tiempo en Mar del Plata, la otra mitad en Brasil. Y, lo confieso, me cuesta mucho entender lo que veo en esos días que estoy acá. Soy un Federdenker, es decir, alguien que piensa escribiendo o escribe pensando. Escribo este texto para intentar encontrar un camino en esta confusión.

Un amigo de los más queridos manda un e-mail. “LA SOCIEDAD DE LOS POETAS MUERTOS... ¡ESTÁ VIVA!” es el título. El escrito no es suyo, advierto antes de leer el texto formateado en tipografía grande y redonda. Las palabras son fuertes, la prosa eficaz, y algo entre una rabia añejada, un vislumbrar de venganza, un visceral odio primitivo se muestran sin pudor; es obsceno, insultante, a propósito ofensivo. Provocador. El regodeo de alguien que siente o sospecha que puede, por fin, sacar a luz el acre olor de sus miserias, que es tiempo de volver a superficie a pelearse por las carroñas del poder. La hora, por fin, llegó. Esa hora siempre llega, en la Argentina.

Sigo leyendo, de un tirón y sin respirar. Llego a la firma y el texto gana sentido, un nuevo sentido: es Neustadt el que escribe, el que se embandera en las cacerolas de lo que él llama una clase media renacida. Parece hasta demasiado fácil de entender, ahora: el tono que recuerda aquellos editoriales previos al golpe del 76, la reivindicación histórica del intérprete y portavoz de esa Argentina retrógrada, fascista.

El campo contra el Gobierno: tomar partido entre do modelos oligárquicos

Miro alrededor y veo confusión: el campo, me dicen, contra el gobierno.

Trato de entender más allá del análisis de mirada corta de los columnistas políticos, que interpretan la realidad apenas en términos de disputas personales de poder. Me gusta imaginarme que lo que se discute es más que un impuesto o algo parecido a un impuesto, que el origen de la discordia está en la disfunción visceral que mantiene a la Argentina un par de ciclos atrás en la historia de la economía mundial –antes de la revolución industrial. Pero sé que lo mío es apenas ilusión. Que es verdad que el origen de los disturbios está en esa disfunción histórica que nace de la primacía del único puerto exportador, la consecuente especialización agrícola-ganadera y la construcción de un modelo de poder centralizado y en manos de una clase, pero que lo que se discute no es ese modelo de país, sino algo diferente. Es, apenas, la pelea por un botín –dinero, poder. El modelo de país no está en cuestión: no se trata de utilizar el dinero de las retenciones para construir un nuevo modelo de nación, para modificar la estructura de distribución de la riqueza.

Y nos piden que tomemos partido. “Tienen 4 x 4”, nos dicen unos. “Tienen 6 millones de dólares y toman champán”, nos gritan otros. Quieren que elijamos a una de las dos mediocridades miserables. Veamos cuáles son nuestras opciones.

Podemos juntarnos con los pequeños productores rurales, gente de trabajo, gente que sufre para criar a sus familias de una manera decente en una actividad que, sabemos, enfrenta los avatares de la naturaleza, de los desgobiernos, de los mercados internacionales. Juntarnos con los críticos de un gobierno que hace y deshace a su antojo, que no acepta dar explicaciones, que hizo del poder la meta de todo su actuar –al punto que nos cuesta aplaudir hasta las medidas buenas, porque sabemos que por detrás está la búsqueda de ese nuestro aplauso para reforzar lo único que le importa a este gobierno, que es la pose del poder.

O podemos juntarnos con los trabajadores que dependen de las retenciones para que sus sueldos consigan superar la inflación –esa gente que las estadísticas mostraban abajo de la línea de pobreza y que ahora, cinco años después, está en la clase media. Podemos aplaudir a los que muestran cómo los mismos apellidos que hoy exigen diálogo, treinta años atrás apoyaban efectivamente al golpe de estado, como mucha de esa gente que hoy se indigna contra la arbitrariedad ayer aplaudió a Astiz entrando en el balneario del Yacht Club Argentino, en Mar del Plata. Podemos elegir el lado de los que dicen que con los productores medianos están siendo tasados las multinacionales sojeras que están devastando el norte del país; que la lucha contra las retenciones, para muchos, es la defensa de un retorno financiero turbinado por la coyuntura y que ese mismo capital volará, gracioso y ágil, cuando esa coyuntura cambie (y que esas golondrinas difícilmente vuelven).

Nos piden que elijamos, como antes entre Rosas y Mitre, entre Perón y (qué coincidencia!) Mitre (el de La Nación). O, como apunta bien otro amigo, también de los más queridos, nos dicen que la antinomia de Sarmiento sigue viva: civilización o barbarie. Blancos que se visten como en Milán y Nueva York o negros que huelen como el Retiro de los bolivianos y paraguayos; o, mejor, bolitas y paraguas.

Pero, pienso mientras releo la columna rabiosa del periodista senil, ahí es que está la trampa. Nos piden que nos juntemos con unos o con otros, en nombre de alguna representatividad supuesta, cacareada. El “campo” ahora representa a la “clase media” (qué será cada una de esas entelequias?), mientras que el Gobierno representa… se pone más difícil, aquí. Talvez el Gobierno represente a los trabajadores, a los desposeídos, a los pobres... (al Gobierno le hace falta trabajar mejor sus metáforas, está perdiendo en ese terreno).

¿A quién elegir, por quién tomar partido?

Por ninguno de ellos, sin duda. Por la sociedad argentina, antes. Por nosotros. Entre ese ellos y ese nosotros está el abismo que marca la principal deficiencia argentina, que es el déficit de elites. Ya dijo Platón que el castigo para los mejores que no acepten asumir la carga de gobernar consistirá en que otros, peores que ellos, los gobernarán.

Ellos son peores que nosotros, y nosotros recibimos, merecidamente, el castigo de que nos gobiernen. Este ellos incluye a los dirigentes políticos, a los dirigentes empresariales, a los dirigentes sindicales: gente que nos representa de hecho pero no en los actos ni en nuestra convicción. Son legítimos porque ocupan los espacios que les dejamos libres y disponibles, pero no son legítimos porque no gobiernan para el bien común sino por interés personal o sectorial.

Oligarquía es una palabra que oímos mucho, últimamente. De nuevo nos remitimos a la República de Platón (pero podríamos referir la Política de Aristóteles) para entender que oligarquía (gobierno de unos poco para unos pocos) es la degeneración de la aristocracia (gobierno de los mejores para todos). Nadie sospecha que los dos lados en pugna peleen por el bien de todos, ni que sean los mejores: son dos formas oligárquicas enfrentadas por un botín, apenas. (La diferencia, y no es poca, es que al Gobierno se lo eligió por voto, institucionalmente, y del otro lado están entidades de sectores que, cuando necesario, no dudaron en apoyar la deposición de los gobernantes elegidos; puede no ser el caso ahora, pero es sano recordar estas cosas).

Don Vito Corleone y un país huérfano de líderes

Feinmann, en artículo lúcido de mayo de 2007, hablaba de la “corleonización” de la Argentina, esto es, de la degradación de la política a un punto en el que la única batalla es la batalla por el poder. En sus palabras: “El corleonismo, ideológicamente, es un significante vacío. No tiene ideología, tiene poder. Ese poder se lo da el dinero. El dominio de los territorios decisivos del país. Todos los feudos del interior son corleonistas. La Provincia de Buenos Aires es el gran bastión del corleonismo. Kirchner (que es el único que hoy puede gobernar este país) se comió al corleonismo bonaerense.” Y concluye que en estas prácticas políticas no hay lugar para gente sino apenas para alacranes. (Recordemos la parábola del alacrán, cuya naturaleza lo lleva a matar inclusive a la rana que lo está ayudando a cruzar un río; la mata a pesar de que se ahogará, pero su naturaleza asesina es más fuerte que el instinto de preservación. Suena conocido.)

Veo aquí elementos para comenzar a entender lo que pasa hoy: el corleonismo se pelea, y de un lado es por dinero para acceder al poder, mientras del otro el poder es lo que permitirá el acceso a más dinero. Nada cambia para nosotros, el resto, los que la miramos de afuera. Unos u otros son lo mismo, emergentes del mismo fenómeno, síntomas de la misma enfermedad que padece este país, y a cuyo diagnóstico conduce el título oportuno de un texto de Nancy Pazos: “Huérfanos de líderes”.

Dice más el título que el texto –que se limita a apuntar, correctamente, la falta de políticos a la altura del momento. Estamos, si, huérfanos de líderes, y eso incluye a los políticos que no tenemos, a los líderes empresariales y sectoriales, a los periodistas y analistas (que sean capaces de mostrar lo que pasa más allá del efectismo de las cacerolas y los D’Elia). Tenemos un déficit de liderazgos que no es reciente sino estructural, histórico. Mérito de Perón o de la dictadura (y no los equiparo: uno fue elegido por el voto, los otros usurparon el poder con las armas que les confiamos para protegernos, no para someternos o asesinarnos), consecuencia de un proceso histórico de conformación de las instituciones, no lo sé. El hecho es que no tenemos elites capaces y conscientes para asumir el papel que les toca, esto es, conducir los destinos de una nación.

Dije elites, y fue a propósito: un histórico déficit de elites que nos condiciona y compromete las posibilidades de algún futuro.

La noción de elite aquí empleada no se refiere a familias de pretensiones aristocráticas y pasados espurios. Como pasa con la palabra autoridad (que se convirtió en estigma: reclamar autoridad nos iguala a Patti, al peor discurso de la derecha), el mal uso ha degradado la noción de elite, que aquí y hoy evoca a tilingos sin ocupación seria, y no a un estrato de la sociedad capaz de asumir responsabilidades. Hablo de las elites de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña. En esos países, más antiguos y con sociedades más estratificados, es más fácil entender quién es elite: frecuentan las mejores universidades, ganan los mejores sueldos, viven en los mejores barrios y ocupan los cargos de más responsabilidad en el gobierno. Son, por ejemplo, alumnos de la francesa Sciences Po, como Chirac, Mitterrand y, de hecho, los trece últimos primeros ministros franceses[1]... Elites son elites, y suelen irritarnos con sus privilegios. La diferencia es que en algunos países, ser parte de la elite trae, además de algunas ventajas (por ejemplo, tener acceso a la mejor educación y, en consecuencia, a mejores salarios), responsabilidades. Como la de hacerse cargo de construir un país para todos.

Aquí no tenemos, de hecho, algo semejante a una elite en el sentido de esos países, y por eso el criterio debe ser más amplio y más flexible: llamamos aquí elite a esa parte de la sociedad que está en condiciones de conducir los rumbos del país. De, asumiendo una metáfora náutica, ocupar el puente de mando. Gente excelente, con formación y capacidad de liderazgo, capaz de soñar grande y conducir la construcción de un futuro para todos. Y soñar, en esto, tiene importancia radical, tanto como conseguir ejecutar: hay que saber soñar grande y saber transformar el sueño grande en realidad.

¿Qué sueño es nuestro sueño, y qué posibilidades tenemos de que se concrete?

Eso queda muy evidente en una comparación que me resulta fácil y que está de moda: Brasil x Argentina. Tanto cuanto las evidentes, notables diferencias geográficas, Brasil nos aventaja en una elite que, mirando de manera menos crítica de lo que debía a su pasado, pero con noción de responsabilidad por el futuro, viene construyendo las bases para un país mejor, y lo hace seriamente –aunque con muchos tropiezos, claro: todavía hay mucha limpieza por hacer, mucha injusticia por resolver.

Me tocó ver el proceso, desde cuando nos admiraban como el modelo de avanzada a ser seguido hasta ahora, cuando nos miran con estupor y condescendencia, preguntando dónde nos tropezamos para caer tan mal. Salimos de los procesos dictatoriales más o menos en la misma época, y desde entonces sufrimos gobernantes de varios tipos, los dos. La diferencia está en que en Brasil la tendencia es virtuosa: expulsaron a Collor sin quebrar el orden institucional, tuvieron al folklórico Franco, pasaron al doctoral Fernando Henrique y ahora tienen a Lula. Mientras tanto, echaron a los capos vergonzantes del Congreso (y eso incluyó a los otrora todopoderosos caciques regionales, como el bahiano Antonio Carlos Magalhães). En esto tuvo y tiene que ver una prensa que, aunque sectorial y anticuada en muchos aspectos, asume un país y la defensa de sus instituciones, así como una malla fuerte tejida por dirigentes empresariales, líderes políticos y pensadores que creen que es posible un Brasil grande. Y que forma o está formando líderes jóvenes.

Elijo a uno como ejemplo, sabiendo que no es excepción, sino tendencia. Luiz Felipe nació hace 43 años en familia rica y tradicional y con porte de galán, se casó con la heredera de una de las mayores fortunas del país. Estudió historia, corrió (muy bien) varias maratones, fundó una editorial de revistas culturales, trabajó en la mayor editorial de revistas de Brasil (fuimos colegas) y desde hace dos años se prepara en Harvard, estudiando para ejercer una actividad política. En un país en el que el déficit de elites también es endémico, Luiz Felipe es ejemplo de una forma de una renovación sana y necesaria –aunque todavía incipiente.

Digamos que por jóvenes y ricos, se compararían a él Scioli y Macri.

Sobre Macri no sé decir mucho, excepto que algunos alertas despiertan mi desconfianza, más allá del marketing montado por una empresa eficaz (entre el marketing y la política hay una fosa enorme). Hablo del tufillo berlusconiano -pero puedo estar siendo injusto, juzgando por una apariencia, apenas. Hablo de la sospecha que me provoca alguien cuyo mayor mérito como administrador sea haber ocupado cargos en empresas familiares y dirigido un club –sabiendo o que los clubes son corleonistas por naturaleza y vocación. Me refiero al argumento de taxista (pero no apenas), según el cual Macri no va a robar porque ya es suficientemente rico –Ja! Como si tener plata fuese garantía para no robar…

Sobre Scioli si, puedo decir mucho. Le hice la primera entrevista de su vida, cuando yo dirigía una revista de deportes náuticos (la fenecida Bitácora) y él estaba por entrar en el mundo motonáutico: “que nadie nos moleste… no me pase ninguna llamada”, ordenó a su secretaria con voz bronca. Acompañé la (hábil, sin duda) invención de su carrera motonáutica, hecha a base de la compra de lanchas para él y para sus competidores en categorías antes vacías (adivinen cuál era la más potente…) y un marketing bien conducido por Clarín y el menemismo. Si tengo que juzgar lo que de él no sé por aquello que conozco bien tengo que decir que no tiene altura para conducir la provincia más rica del país –puede hasta hacerlo con habilidad, pero no le confío altura moral.

O sea, nos falta gente capaz de soñar grande, de contagiar con este sueño a la sociedad, de inspirarla y de juntar las fuerzas para que todos construyamos algo grande. Eso es lo que entiendo por orfandad de líderes. Un país sin líderes no va a conseguir salir de sus ciclos viciosos, de su propia versión del mito del eterno retorno.

El joven Corleone interpretado por Al Pacino estudió en una buena universidad. Debía escapar al destino de su padre: fue criado para escapar a la fuerza gravitacional de la famiglia, para ser un ciudadano exitoso dentro de la legalidad. No pudo. La ausencia de líderes (sus hermanos eran incompetentes para el cargo, estaban llevando a la organización al desastre) lo obligó a cumplir con su destino. Reencarnó a su padre e inició un nuevo ciclo, igual al anterior, pero un poco diferente: más sangriento, más aceitado y eficaz, más orientado por los saberes del siglo.

Es así en la Argentina: cuando creemos que algo nuevo empezó descubrimos que una fuerza mayor nos lleva de nuevo al viejo ciclo de desestructuración, de enfrentamientos, de quiebra social, económica, institucional, hasta que un nuevo héroe se alza y nos promete, esta vez si, salir del pozo (a los 44 años consigo recordar a Alfonsín, a Menem y, episódicamente, a varios más). Son héroes, no líderes. Mesiánicos, voluntariosos a lo mejor, fracasan y dejan al país frente al inicio de una nueva fase del ciclo perverso. Podríamos hablar de las doctrinas filosóficas del tiempo circular o, para continuar en el registro hollywoodiano, referirnos a El Día de la Marmota: la historia de un periodista que queda preso en un día; no importa lo que haga, el día volverá a empezar y los hechos a su alrededor seguirán su curso, cambiando por su acción directa, mas sin cambiar en nada. Así es la Argentina: cuando todo parece diferente, descubrimos que no salimos del mismo lugar, del mismo tiempo.

El otro huevo de Neustadt

Neustadt parece sacar su hocico de roedor a la luz para recordarnos que no conseguimos escapar de nuestro destino cíclico, que el nuestro es El País de la Marmota. Fue gracioso cuando el viejo yacaré, dando los últimos coletazos antes de la senilidad, mostró su saco escrotal en la tapa de la revista que mejor incorporó la esencia del menemismo. Talvez ahora, ya definitivamente senil, Neustadt nos esté mostrando otro huevo. El huevo de la serpiente que alberga nuestra clase media –esa clase media que alcanzó, una vez más, su nivel habitual de fascismo y que, incapaz de parir líderes y de soñar cualquier grandeza, se contenta con los despojos del festín.



[1] Otros nombres célebres que frecuentaron Sciences Po (oficialmente Institut d'Études Politiques de Paris): Ingrid Betancourt, Michel Camdessus, Nicole Fontaine (presidente del parlemento europeo), Simone Veil (presidente del parlemento europeo), Pascal Lamy (director general de la Organización mundial de comercio), Rainier III de Monaco, los presidentes franceses Jacques Chirac, François Mitterrand, Georges Pompidou, y los primerios ministros franceses Dominique de Villepin, Lionel Jospin, Alain Juppé, Édouard Balladur, Michel Rocard, Jacques Chirac, Laurent Fabius, Raymond Barre, Jacques Chaban-Delmas, Maurice Couve de Murville y Michel Debré. Eso sin contar a gente de la cultura o las letras, como Marcel Proust, por ejemplo. Son 28 jefes de estado, según la cuenta oficial de la institución.